El suicida tiene la espalda peluda y los sesos esparcidos por el pavimento. Está literalmente plantado en el asfalto, con las piernas hacia arriba formando la señal de la cruz. Desconozco si esta postura tiene algún significado místico o es simple fruto de la casualidad o mera acrobacia.
Los especialistas han dictaminado que, por el radio de expansión de los restos, la caída se produjo desde una altura de 517 pisos. Desde el hotel “Moon By The Sea”, para ser exactos.
La sangre y las vísceras han salpicado toda la calle. Han llegado hasta el cuarto piso del hotel. Con el frío se han secado. Calculo que será muy difícil limpiar esas manchas.
Vestía camisa sepia. O eso parece. Hemos encontrado jirones de tela de ese color junto al cadáver. No hemos hallado, sin embargo, rastro alguno de sus pantalones, ni tampoco ninguna identificación. Podría ser cualquiera.
El suicida tenía los pies grandes. Grandes y sucios. Tenía las uñas largas y pelillos negros en todos los dedos salvo en los meñiques. Y pelotillas de mugre entre los dedos.
Nadie dijo que éste fuese un trabajo agradable.
Los huéspedes de la planta 517 permanecen retenidos en sus habitaciones. Sólo una de ellas está vacía: La habitación 115. La suite presidencial del ático del “Moon By The Sea”.
La habitación está registrada a nombre de un tal Val Buisman. Sospechamos que pueda tratarse de él.